Lo que traje y lo que recibí de Ruesta
(por Jontxu)
Algo muy especial flotaba en el aire. Algo sutil pero a la vez tan real como la tierra que pisamos: El sentir general de que algo nuevo está ocurriendo. Para muchos, la confirmación de que lo que veníamos observando en nuestras respectivas regiones y comarcas, está sucediendo en todas partes. Y es precisamente de ese algo de lo que quiero hablar en esta crónica.
Durante décadas, la grave crisis humanitaria y medioambiental por la que atraviesa el planeta, se ha tratado de afrontar, aparentemente con poco éxito desde una perspectiva global, por movimientos sociales, ecologistas, espirituales, políticos, o centrados en la salud, que a su vez se dividían en toda una plétora de escuelas y tendencias. Y a pesar de muy notables simbiosis y colaboraciones entre diferentes movimientos, siempre ha primado la divergencia y la desconexión entre unos y otros.
Ahora en cambio tenemos cada vez más síntomas de la aparición de ciertas cualidades nuevas en muchos de estos movimientos. Concretamente, era mi deseo en este encuentro compartir lo que está sucediendo en Murcia, donde en círculos, colectivos y personas que habíamos estado hasta ahora aislados entre sí, se percibe una creciente voluntad de apertura, de interconexión, de aunar esfuerzos y energías. Y es que parece que nos estamos desapegando poco a poco de rígidas estructuras mentales que obstaculizaban nuestra comunicación y nuestra capacidad de retroalimentación. Que nos estamos moviendo del discurso polarizante “nosotros-ellos” a un discurso integrador en compromiso por la sanación de las relaciones humanas y de nuestra relación con la naturaleza. De la crítica y los contenidos teóricos a la investigación y realización práctica de las alternativas. De la sensación de impotencia a la de co-creación activa de un mundo nuevo.
Siento, además, que todo esto forma parte de un fenómeno más amplio cuya extensión y naturaleza va mucho más allá de lo que creemos comprender: Una gran oleada de cambio, de transformación profunda de las consciencias que está teniendo lugar simultáneamente en los lugares más diversos. Lógicamente, el ritmo de este cambio y la percepción del mismo varía enormemente entre el creciente número de personas y espacios a los que está afectando. Pero en Ruesta los síntomas eran inequívocos: La fluidez que se sentía en la organización, la facilidad con la que se llegaba al acuerdo y al consenso, el campo de posibilidades que se abría a cada paso… todo en cada detalle daba la sensación de que había una idea cristalizada en el aire, un mismo sueño compartido que todo el mundo había traído consigo desde su casa. Como me dijo Alejandro Garai el último día, un fenómeno de consciencia colectiva.
Si creo comprender algo, es que desde los puntos de partida más dispares estamos convergiendo hacia la idea de transición, de un salto evolutivo en nuestras relaciones ecológicas, sociales, personales, e internas. Que se está manifestando la existencia de una auténtica red humana, conformada a su vez por redes, subredes, colectivos, grupos y personas procedentes de muy diferentes ámbitos de trabajo individual y colectivo, creciendo en progresión exponencial en cuanto a la densidad y actividad de sus conexiones internas, en una auténtica sinergia de movimientos de información, materia, y energía hacia este salto evolutivo. Una red que no ha sido diseñada por nadie, que se ha construido a sí misma como lo hace un organismo vivo, y que se ha puesto en funcionamiento desde antes de que le pusiéramos nombre y nos hiciéramos conscientes de su extistencia; finalmente llevándonos, en este caso, hasta un pueblo abandonado del Prepirineo donde hemos compartido cuatro días inolvidables. En definitiva, que la Red de Redes no es un proyecto, es una realidad emergente que crece de forma imparable.
Los siete murcianicos que participamos convocaremos pronto una reunión donde presentaremos lo que fue nuestra experiencia, abriendo también un espacio para el encuentro de las redes murcianas, y la retroalimentación con la red social de Redes en Red.
Gracias
Toda mi gratitud hacia el movimiento Podem! y a todos los que participaron en la idea, convocatoria, y organización de este encuentro. Al río Aragón y las montañas que nos acogieron. A Natalia por ser la muestra viva del legado de los antiguos habitantes de Ruesta. Y un agradecimiento muy especial al equipo de cocina del Corazón Único, que nos nutrió a cuerpos y corazones con el ingrediente más importante de este universo: El amor.
Crónica de Nacho Escartín: http://saludamoryrebeldia.blogspot.com/2010/04/cronica-subjetiva-del-encuentro-redes.html
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