Entre los pasados días 20 y 25 de octubre tuvo lugar en el Barranc del Sint (Alcoy), una inolvidable convivencia de trabajo ecológico, humano, y espiritual. Convocados por Pablo Miztli bajo la consigna de trabajar por el cambio de forma integral y profunda, acudimos desde diversos puntos del sureste ibérico (y algunos de más lejos) para disfrutar de un aprendizaje colectivo durante cinco días con sus noches en el intento de cubrir los siguientes objetivos:
- Repoblación de toda la diversidad vegetal autóctona que esté lista para ponerse en tierra, (llegada de distintos bancos de árboles).
- Realización de bolas de arcilla cargadas de semilla silvestre del bosque mediterráneo, poner en el espacio de repoblación, y reparto entre quien se quiera llevar y repoblar por su tierra.
- Realización de enjambres para apoyar a las abejas a criar y trabajar en la polinización del área.
- Preparación de tierra más inseminación de bandejas para el banco de árboles de este siguiente año.
- Instalación de un sistema de riego automático por aspersión.
- Encontrarnos en círculo alrededor del fuego en actitud de atención y ofrenda, en la forma que hicieron nuestros antepasados, reuniendo caminos científicos y espirituales, para juntar conocimiento y activar nuevos diseños de forma de vida consciente y simbiótica. Con el fin de que podamos fundar sanos lugares en el que puedan anidar las futuras generaciones.
Entre arces, robles, fresnos, nogales y otros cerca de 500 árboles fueron plantados. La belleza de lo que sentimos y vivimos durante esos días no me corresponde ni me es posible describirla aquí con palabras. Sí en cambio, como miembro de Cauac Editorial Nativa, comunicar la visión clara que traje conmigo al volver a casa: Por cada tirada de libros que editemos, participaremos en un encuentro de repoblación, siendo el apoyo a la protección y la regeneración de los bosques autóctonos uno de nuestros principales objetivos como grupo de trabajo. Quisiera también agradecer a Pablo por la inspiración y la realización de este fructífero evento, y a los Nuevos Recolectores y todos los que vinieron a apoyar para hacerlo posible.Dijeron nuestros antepasados, a través de la voz del pueblo hopi (entre otros), que se venía un tiempo en que seríamos testigos de bosques en llamas, temblores de la tierra, contaminación de las aguas y enfermedades del aire… y se profetizó la llegada un nuevo pueblo, formado por gente de todos los pueblos, colores, conocimientos, prácticas, lenguajes y sabores. Que se levantarían reconociendo en la diversidad la riqueza que nos une, uniéndose para defender la justicia y la paz sobre el gran sacramento del Ser superior en el que vivimos, nuestra unidad padre-madre Naturaleza. Ese tiempo es este momento, y esa gente somos nosotros, guardianes y guardianas de los principios.
Pablo Miztli
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